Qué son los “twisties” pusieron en jaque a Simone Biles

La cuatro veces campeona olímpica confesó que tiene problemas anímicos y se retiró de dos finales en Tokio: cómo sus preocupaciones impactan directamente en su rendimiento Poco a poco la expectativa por verla brillar en su intento por repetir los éxitos que había conseguido en Río 2016 se transformó en preocupación por su salud mental. El mundo quedó conmocionado cuando Simone Biles no participó de la final por equipos y el shock aumentó tras su decisión de no defender el título en la definición individual.

 

En su aparición frente a los micrófonos después de su baja en el evento que consagró al Comité Olímpico Ruso sobre los Estados Unidos, Biles le dijo a los periodistas que arrastraba problemas con los twisties desde las prácticas. Su testimonio encajaba con esos errores inesperados que todo el mundo vio en sus actuaciones: giros a destiempo, caídas inestables y salidas sucias.

Cuando la cuatro veces campeona olímpica de 24 años habla de su salud mental, no solamente se refiere a una angustia o falta de motivación que le impide competir a tope. Su fragilidad mental también pone en riesgo su físico: si su cerebro no tiene control total de su cuerpo en el aire, puede resultar gravemente herida. “Lo vieron un poco en la práctica... Tuve algunos twisties”, dijo Biles a los periodistas durante el martes tras retirarse del evento por equipos según reflejó el medio oficial de los JJOO. “Me perdí un poco en el aire, lo que es muy desafortunado”, argumentó en conferencia de prensa.

 

En el sitio oficial de los Juegos Olímpicos han publicado un artículo al respecto en el que Laurie Hernandez, compañera de equipo olímpico de Simone Biles en 2016, profundizó sobre el impacto que tiene la mente en los twisties, es decir los giros. “Si se apaga el ritmo y el cerebro puede tartamudear durante medio segundo, es suficiente para deshacerse de toda la habilidad”, dijo a Olympics.com.

 

En el artículo que la periodista Emily Giambalvo realizó para The Washington Post sobre este tema, explicó: “Cuando las gimnastas tienen los “twisties”, pierden el control de sus cuerpos mientras giran por el aire. A veces se retuercen cuando no lo habían planeado. Otras veces se detienen a mitad de camino, como hizo Biles. Y después de experimentarlos una vez, es muy difícil de olvidar. El instinto es reemplazado por el pensamiento” Una gimnasta entrena una innumerable cantidad de veces estas maniobras pero sin la presión típica de la competencia y mayormente cuenta con el apoyo en elementos en la seguridad, como un pozo con cubos de espuma para amortiguar su caída, lo que ayuda a crear esa fortaleza para que su cuerpo responda a su merced.

 

La gimnasta británica Claudia Fragapane, quien compitió en Río en 2016, ha caído varias veces. En abril de este año, sufrió una caída tras un bloqueo mental que le provocó una lesión en la cabeza: terminó en el hospital con una conmoción cerebral. En diálogo con la BBC, dijo que podía “entender exactamente cómo se sentía Simone”.

 

“Tiene mucho peso sobre sus hombros, todo el mundo piensa que es perfecta pero en realidad es humana, y creo que la presión es demasiada. Es realmente peligroso si dudas un poco de ti mismo, o si lo encuentras muy difícil, realmente puedes lastimarte. He estado en sus zapatos y terminé lastimándome a mí misma”, opinó Fragapane. “Cuando se agrega esta incógnita de no poder controlar tu cuerpo mientras realizas estas habilidades extremadamente peligrosas, se suma un nivel extremo de estrés. Y es aterrador, sinceramente, porque no tienes idea de lo que va a pasar”, explicó el ex gimnasta Sean Meltonr en el Washington Post.

 

Antes del inicio de Tokio 2020, se ha visto a Simone Biles intentar una gran cantidad de giros en sus prácticas. Incluso, hace muy pocos meses, completó un salto nunca antes realizado por una mujer en una competencia de gimnasia cuando se presentó en la tradicional competencia US Classic. Hizo un movimiento llamado Yurchenko Double Pike, con hasta tres vueltas en el aire antes de pisar suelo firme. Son antecedentes que hicieron sorprender a propios y extraños cuando en la competición en los Juegos Olímpicos solamente hizo 1,5 giros y a una muy baja altura. No quiso correr peligro. Con su salud mental afectada, no iba tener referencias exactas de su cuerpo en el aire y recién iba a descubrir dónde está el suelo al golpear contra él.

 

“Ya no confío tanto en mí misma. Quizás esté envejeciendo. Después de la actuación que hice, simplemente no quería seguir. Tengo que concentrarme en mi salud mental. Al final del día no queremos que nos saquen de allí en una camilla. Después de la actuación que hice, no quería entrar en ninguno de los otros eventos cuestionándome. Así que pensé que era mejor si daba un paso atrás”, fueron algunas de las explicaciones que brindó Biles ante los periodistas para detallar su marginación de la final por equipos de gimnasia. “Desde que entro a escena, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”, agregó.

 

Simone Biles perdió confianza y los twisties ahora son ponen en jaque su desempeño. Ha preferido no exponerse a esa sensación de volar por el aire y girar varias veces sobre su eje sin estar conectada con sus extremidades ni tener garantías de un aterrizaje seguro. La desconexión cuerpo-mente puede ser peligrosa para cualquier atleta, incluso para alguien del calibre de Simone Biles, que viene de ganar cuatro medallas doradas (más una de plata y otra de bronce) en sus últimos Juegos Olímpicos pero en Tokio ha despertado preocupación por su salud mental.